17/8/13





AULLIDOS EN LA ESTEPA

Se despertó en el sofá rojo semidesnudo, sediento y apenado. Demasiada ginebra la noche anterior, pensó, y decidido fue al baño. La meada, larga y clara, le informaba de lo que ya sabía, se lo había pasado bien. Una sensación de euforia comenzó a apoderase de él, debía seguir borracho. Se sirvió una copa para celebrarlo y, tras poner música, se sentó en el sillón.

Los acordes, el vaso helado y el calor del cigarro consiguieron instalarlo en ese estado de calma aparente que tanto le gustaba y que últimamente no conseguía alcanzar. “Tiempos difíciles” musitó. Luego dudó unos segundos, lo pensó seriamente y la contención de una sonrisa dejó paso a una sonora carcajada. Menudas ocurrencias tenía. Duro era picar piedra, lo suyo sólo un corazón roto.

12/7/13


Una vez valorado el reposo de los acontecimientos como prudencial cogió la carpeta azul de su lugar de retiro y con la serenidad del adicto se dispuso a retomar la labor de “regresión, anotación y vuelta a empezar” que unos cien días atrás había empezado y que por agotadora tuvo que dejar sin acabar.

La obra consistía o, mejor dicho, pretendía ser, la primera fase de algo. Puede que la base sobre la que se sustentasen las tragicómicas crónicas de la vida en estos tres últimos años o, tal vez, el riguroso registro de las palabras que el viento no se pudo llevar… No obstante, y eso lo tenía claro, el fin era lo de menos. Tarde o temprano y antes de llegar lo dejaría. Lo importante era el acto poético en sí mismo: más que concretar en un par de hojas acontecimientos cronológicamente ordenados se trataba de echarle un pulso al olvido, de retar al destino, de mirar a la cara a la muerte saboreando la inmortalidad.

5/4/13




40 DAY OF NIGHTMARE

Un par de fotos que con el resto se irán diluyendo.
Un post-it con un “te quiero!”.
El llavero del dinero.
Algún folio.
La carta, la cartera y las pulseras.
Unos zapatos que nunca llegarán a viejos.
Dos libros.
Un marca páginas.
Todos mis sueños.

PD: Eso he decidido meter en una caja de cartón, para olvidar a medias, para seguir viviendo.

9/3/13



-         ¿Tú crees? ¿Crees que es precipitado? Tomar por locura una decisión meditada sí es precipitado.
-         Repito, completamente loco. No te rayes, deja de meterte eso que te metes y verás como las cosas son mucho más sencillas de lo que piensas. Vivir no es fácil, pero tampoco tan complicado. Lo superarás.
-         Lo sé, es decir… te entiendo… entiendo  lo que me dices y tu razonamiento pero hazme un favor. Ahora, simplemente escucha.

¿Te has preguntado alguna vez acerca del amor? Quiero decir, ¿lo has conocido? ¿Has sentido entre tus dedos el alma de otra persona o estremecido en contacto con la suavidad aterciopelada de los sentimientos que, como gotas de rocío, emanaban de su piel? ¿Si? Y dime, ¿qué fue de él? ¿Te resignaste a admitir que acabó? ¿Ya está? ¿Crees que puedes abrirte a alguien, mostrar tus oscuros pensamientos explicando las sombras de tu vida y luego olvidar? Pues yo no. Tal vez exista una concepción del amor, la tuya, que lo crea versátil, de quita y pon, o mismo cíclico, pero me niego a compartirla. Yo no soy así.

El mundo lo queremos fácil, inmediato, la eternidad parece no importarle a nadie y las preocupaciones de la mayoría se reducen al placer. En un contexto así, sucumbir a la moda de lo momentáneo es sencillo. Pero, ¿qué hay de las grandes cosas, de los nobles pensamientos o de los bellos propósitos? ¿Acaso no valen nada?

PD: No es cierto que haya preguntas irresolubles, sólo respuestas demasiado tristes como para afrontar. Si el sinsentido de los acontecimientos ha de gobernar nuestras vidas, ¿qué tiene de malo la soledad?

7/3/13




Cuando la esperanza, como siempre la última, se despidió con un tenue adiós susurrado y luciendo ojos hinchados por el dolor, supo que no volvería. Era triste; el abandono y los sueños rotos, por definición, siempre lo son. Pero saldría de esta y quizás, en un futuro no muy lejano, los días dejarían de medirse en segundos y los segundos en eternidades. Tal vez algún día, antes de morir, consiguiese sonreír de nuevo.

24/2/13



MUERTE ENTRE LAS CALLES

Guiado por sus propios pasos consiguió que el sonido del mundo empequeñeciese los tristes pensamientos que, arremolinados en su cabeza, marcaban el fluir de las horas desde hacía bien poco, desde que con un nudo en la garganta tuvo que volver a la realidad poco hecha y sin adornos del Madrid de la época.

En dirección al centro, al comienzo de todo, se dirigió cuando todo había acabado. Una última broma macabra, se dijo, como colofón a una pantomima que ya duraba demasiado. La gente, las calles y plazas, las cervezas frías y los viejos recuerdos se sucedían mientras la entereza inicial hacía aguas y la angustia se cebaba a cada calada que el miedo le hacía dar. Así fue consumiendo el tiempo, sentado en el punto fijo que se mueve, hasta que el efecto anestésico del dolor y la necesidad de poner fin a todo aquello lo empujaron al destartalado banco que, impasible, fue mudo testigo del nacimiento y derrumbe de este amor


MÁS SOLO QUE LA LUNA

Partió de la habitación blanca y fría, blanca como la nieve y como la nieve fría, exhausto tras haber intentado capear el temporal de susurros y verdades a medias, de lágrimas y excusas rancias, rumbo a la incierta salida que el futuro le había reservado. Cruzó dos puertas sin mirar atrás, luego el ascensor se cerró y ya no pudo aguantar más. Sólo cuando llegó a la calle y el aire helado de la mañana le golpeó el rostro consiguió llenar aquellos pulmones arrítmicos y poner por fin en marcha su debilitado corazón. 

Sabía perfectamente lo que tenía que hacer, no podía recurrir a nadie, en esos momentos no era buena compañía ni siquiera para sus mejores amistades, así que decidido a recrearse en esa soledad impuesta, en el martirio, recorrería nueve paradas de metro, compraría el pasaporte a casa, dejaría el equipaje a buen recaudo y, finalmente, se despediría de la ciudad a su manera y, de esa forma, también de ella.