29/6/08



OTRO GÜISQUI DOBLE CON SODA PERO SIN SODA

Me lo encontré la otra noche a eso de las seis de la mañana cuando regresaba a casa después de haberme desvelado y decidido salir a meditar. Iba caminando sólo, con una cerveza medio vacía, la cara pálida y con la apariencia de haber estado bebiendo sin parar desde hacía horas... quizá días. Al verlo me acerqué, lo conocía demasiado como para no darme cuenta de que algo le rondaba la cabeza y quería satisfacer aquella repentina curiosidad lo antes posible, así que le saludé con total cordialidad y le invité a tomar algo. Fuimos a un bar poco concurrido para evitar que me viesen en su compañía y una vez allí nos sentamos a charlar en una de las mesas más apartadas.

La conversación empezó cómo todas, a base de preguntas absurdas y del todo innecesarias que sirven para construir un clima propicio para las confesiones. Hablamos mucho, tanto que ya había olvidado el hedor que emanaba de su ropa tras la tercera consumición. No recuerdo el tiempo que necesitó para sincerarse pero lo que sí sé es que se acabó por desmoronar. No pudo aguantar más y tras unos minutos de llantos y sollozos me confesó con cara de pena que ya nada le importaba, que nada le quedaba al margen de sus frustraciones y que solamente encontraba sentido a vivir cuando bebía. Traté de consolarlo con otra copa bien cargada (así era como las tomaba) y cuando surtió efecto le dejé algo de dinero y me marché a casa a descansar. Me acosté con la sensación del deber cumplido: esa misma noche moriría en algún portal.



PD: ¿Qué importancia tiene la destrucción de un hombre a manos de sí mismo?

4/6/08



ZUMO DE HUMO PARA RECORDAR

Mientras un insolente sol observaba desde lo más alto tuvo lugar su primer encuentro. Era del año la estación menos fría y ella de esas mujeres que enloquecen a cualquiera. La cordialidad había estado presente durante toda la tarde hasta que, una vez separados, no pudo él si no preguntarse quién era aquella criatura que había aparecido en su vida como la aurora: tan embrujadora como la luna, tan radiante como el sol y tan temible como un ejército dispuesto para el combate.


PD: “¿Qué es un aniversario? Acaso un error de fecha. Si no se hubiera compartido el año en trescientos sesenta y cinco días, ¿qué sería de nuestro aniversario?” El caso es que con este ya van tres...