24/5/08



Quería introducir aquel servilletero hasta lo más profundo de su cráneo. La idea era la siguiente: se lo tiraría con fuerza, sin pestañear y con uno de sus vértices como avanzadilla. Era un plan sencillo, instantáneo y práctico, tremendamente práctico.

PD: Poco después recordé el consejo de contar hasta diez antes de actuar y decidí, bajo coacción, seguirlo a rajatabla.

No hay comentarios: