5/5/08



“HASTA LAS SUELAS DE MIS ZAPATOS LA ECHAN DE MENOS”

Volvió a ocurrir. Había jurado que no volvería a pasar y acabó sucediendo una vez más. Años separan un tropiezo del otro y lejos de haber aprendido a curar las secuelas, o al menos a no pensar en ellas, surgen más intensas y preocupantes. Recuerdo, ahora que he releído las páginas ya amarillas de las crónicas de aquel mes de noviembre, el orden que habían seguido los acontecimientos hasta desembocar en la solución final. Envidio aquella resolución, que por dura, no podría tomar sino por locura a día de hoy...

¡Ai! ¿Qué hacer cuando ya nada tiene sentido y no se quiere entrar donde habita el olvido?

No hay comentarios: